"Descubriendo la Magia de la Ciencia: El Impacto del Teorema de Torricelli"
La notable relevancia que tenían los números regulares entre los babilonios, de los cuales discutimos la semana pasada, como son el 500 y el 2025, se atribuye al hecho de que 2, 3 y 5 son los factores primos de 60, que constituía la base del sistema de numeración mesopotámico.
¿Y por qué, hace unos cuatro mil años, los primeros matemáticos escogieron como base el 60 en lugar del 10? Puesto que tenemos 10 dedos, parece que esa debería ser la primera opción. Y, de hecho, lo fue, pues la numeración mesopotámica es mixta: las unidades se agrupan en decenas, pero las decenas, en vez de agruparse en centenas, se agrupan en sesentenas, porque el 60, debido a su factorización (22 x 3 x 5), es divisible por 1, 2, 3, 4, 5, 6, 10, 12, 15, 20 y 30, y es el menor número divisible por todos los enteros del 1 al 6, lo que lo hace muy adecuado para las particiones propias de las operaciones comerciales. Por análogas razones se sigue utilizando la docena, más repartible que la decena, ya que 12 es divisible por 1, 2, 3, 4 y 6, mientras que 10 solo lo es por 1, 2 y 5. Y también seguimos usando la numeración sexagesimal en la medición del tiempo y de los ángulos.
Con respecto a la singular condición de cuadrado perfecto del año en el que acabamos de entrar (2025 = 452), señala Ignacio Alonso: